Raúl Contreras
Nació en la ciudad de Cojutepeque, departamento de Cuscatlán, el 24 de
junio de 1896.
Fue segundo secretario de la Legación de El Salvador en España (noviembre
de 1925) y enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en París y
Madrid. Junto con su consorte llegaron a El Salvador en diciembre de 1928. En
octubre de 1943 fue nombrado por el gobierno salvadoreño como ministro
plenipotenciario y enviado extraordinario ante Su Majestad Jorge VI, rey del
Reino Unido, cargo que también desempeñaría ante la Santa Sede vaticana. con el
seudónimo de "Lydia Nogales" escribió poemas sueltos en 1947, en la
página La patria de las artes, que se publicaba en el diario capitalino La
tribuna.
Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua. Fue jefe de la Dirección
General de Bellas Artes (desde enero de 1951 hasta el 16 de diciembre de 1954)
y presidente de la Junta Nacional de Turismo, institución que, durante el
gobierno del teniente coronel Óscar Osorio, creó una serie de parques y
turicentros para el entretenimiento popular.
Fue designado por la Asamblea Legislativa como "Ciudadano
meritísimo" mediante decreto emitido el 23 de octubre de 1973. Al mes
siguiente, el gobierno salvadoreño reconoció su vida y obra de proyección
cultural al conferirle la Gran Cruz de Plata de la Orden Nacional "José
Matías Delgado".
Entre sus libros publicados se cuentan Armonías íntimas(poesía,
Barcelona, Maucci, 1919. Uno de estos poemas fue plagiado por un autor
mexicano); Poesías
escogidas(Barcelona, Maucci, ¿1921?, 254 págs.); La
princesa está triste... (glosa escénica en tres actos, Madrid, Reus,
1925, 166 págs., con prólogo de Julio Cejador); Presencia de humo (25
sonetos, San Salvador, 1959; con prólogo del intelectual y diplomático chileno
Juan Guzmán Cruchaga); En la otra orilla (poesía, San Salvador, 1974, con prólogo de David Escobar Galindo); Versos del ayer y Obra poética, compilada por Escobar Galindo con ocasión de su primer centenario natal
(San Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos-CONCULTURA, 1996).
Aún están
inéditas las piezas teatrales Cagliostro, El antojo de doña Mencía, Un rostro en la ventana y Los sesos de
oro -obra que se encuentra perdida en la
actualidad-.
Selección de poemas
Poema Angel En
Mí
Te estoy hablando bajo, muy bajito,
Sin voz, como se le habla a los querubes.
Pero sé que me entiendes y que subes
Del fondo de mi sangre hasta mi grito.
Sin voz, como se le habla a los querubes.
Pero sé que me entiendes y que subes
Del fondo de mi sangre hasta mi grito.
¿Grito? ¿Por qué? Si mi dolor contrito
Se percibe sonriendo entre las nubes.
¡Si estoy aguardando a que te incubes
En la sed de mi hondón, ángel proscrito!
Se percibe sonriendo entre las nubes.
¡Si estoy aguardando a que te incubes
En la sed de mi hondón, ángel proscrito!
Ángel en mí, lejos de mí. Tan leve
Que ni a nombrarte la ilusión se atreve,
Y, sin embargo, la ilusión te nombra…
Que ni a nombrarte la ilusión se atreve,
Y, sin embargo, la ilusión te nombra…
Ángel en mí, lejos de mí… Que existe
Sin existir. Porque mi carne triste
Bebió tu luz para alumbrar su sombra.
Sin existir. Porque mi carne triste
Bebió tu luz para alumbrar su sombra.
Poema Divino
Amor (i)
Si el Amor está en mí, ¿por qué la ausencia
Ronda mi corazón y lo alucina?
Y si lejos está, ¿por qué se obstina
En cegarme de luz con su presencia?
Ronda mi corazón y lo alucina?
Y si lejos está, ¿por qué se obstina
En cegarme de luz con su presencia?
Igual que el vaso que perdió la esencia
Una angustia de sed me desatina.
¿Cómo beber la sangre de la espina
Y mi barro colmar de transparencia?
Una angustia de sed me desatina.
¿Cómo beber la sangre de la espina
Y mi barro colmar de transparencia?
Amor, que me persigues y me huyes,
Buscándote y buscándome: ¿no intuyes
La senda clara y el seguro abrigo?
Buscándote y buscándome: ¿no intuyes
La senda clara y el seguro abrigo?
Tras del párpado leve que te esconde,
Sé que es tu voz la que a mi voz responde
Y que, no estando en mí, tú estás conmigo.
Sé que es tu voz la que a mi voz responde
Y que, no estando en mí, tú estás conmigo.
Poema El Viaje
Inútil
Todo era azul en la primer salida
Azul la embarcación, azul el puerto.
El corazón, hacia la luz abierto,
Soñaba con la tierra prometida.
Azul la embarcación, azul el puerto.
El corazón, hacia la luz abierto,
Soñaba con la tierra prometida.
Y en el retorno, con pavor de huida,
Anclo en mi propia soledad y advierto
Que, tras de mí, se iluminó el desierto
Y que en la luz se me quemó la vida.
Anclo en mi propia soledad y advierto
Que, tras de mí, se iluminó el desierto
Y que en la luz se me quemó la vida.
Aquel azul… ¿era un azul de aurora?
Bajo la niebla, el corazón ahora
No atisba las señales para el viaje
Bajo la niebla, el corazón ahora
No atisba las señales para el viaje
sin término, sin rumbo, sin destino.
¡Aquel azul me alucinó el camino…
y fui… y estuve… pero nada traje.
¡Aquel azul me alucinó el camino…
y fui… y estuve… pero nada traje.